De la mano de la historia… Conocer el pasado, para comprender el presente y proyectar el futuro.

La Aduana de Buenos Aires… en el Virreinato 

En el comienzo, la inmensidad del territorio americano controlado por los españoles fue dividido en 2 jurisdicciones a las que llamaron virreinatos, el de Nueva España en 1534 y el de Perú fundado en 1544, más 2 capitanías Generales, Yucatán en 1542 y Nueva Granada en 1564.

Pero esa  división no contribuyó a su administración, los territorios continuaban siendo extensos y difíciles de controlar, razón por la cual la corona española los subdividió creando nuevos virreinatos y capitanías. Así la Capitanía de Nueva Granada se transformó en Virreinato, también se creó el Virreinato del Río de la Plata y las Capitanías de Chile, Cuba, Venezuela y Guatemala.

Durante muchos años el crecimiento de la actividad aduanera se encontró ligado al lento crecimiento de la población de la región del Plata que registra poca actividad comercial y escasa recaudación.  Eran tiempos donde el monopolio comercial impuesto por la metrópoli durante el siglo XVI afectó mucho al Río de la Plata, toda vez que se priorizaron las rutas de las colonias proveedoras de metales preciosos. 

En ese sentido, para cambiar esta situación, combatir el “contrabando” y controlar mucho más el Atlántico Sur, aprovechando el momento en que Inglaterra se encontraba ocupada en la guerra de independencia de sus colonias, el Rey Carlos III de España, por Real Cédula del 1 de agosto de 1776, decidió crear el Virreinato del Río de La Plata con sede de capital en Buenos Aires. Dicho Virreinato quedaba integrado por las gobernaciones de Buenos Aires, Paraguay, Tucuman, Cuyo, Potosí, Charcas, Cochabamba y La Paz.

Desde ese entonces, la Aduana de Buenos Aires comenzó a tener funciones consultivas de importancia. No era una simple oficina de recaudación, era una institución de Hacienda, con voz y opinión decisivas en el ánimo de los intendentes generales y del virrey.